Todos aspiramos al cambio, la vida es un constante devenir como diría Heráclito, ¿no? Pero, ¿Estamos realmente preparados para afrontar y recibir con los brazos abiertos todo lo que esta palabra conlleva dentro de sus seis letras? En la mayoría de los casos, no.
Sin lugar a dudas, somos una sociedad inconforme, siempre queremos más, nos disgustan los sistemas y cuando esta inconformidad se vuelve incómoda preguntamos por alguna revolución, una sacudida a los parámetros establecidos que logren aliviar la congestión que tanto nos causa un mal sabor de boca. Se busca un cambio, que curiosamente, todos (o bien la gran mayoría) no están dispuestos a iniciar.
¿Por qué ocurre esto? En frases de una programadora de computadoras, la primera de todas (Grace Hopper), hayamos una explicación:
Los seres humanos son alérgicos a los cambios. Les encanta decir: “Siempre lo hemos hecho así” y “Siempre lo hemos hecho así” es la frase más peligrosa del lenguaje.Las revoluciones dejan de iniciarse, y los grandes proyectos (que en el momento son solamente ideas) de materializarse, porque los autores sienten dudas y temores de que puede pasar si se abandona el patrón establecido, si se alejan de la zona de confort, y cómo no sentir dudas si toda la comunidad se encuentra boicoteando sus iniciativas.
Dejar de hacer las cosas como siempre se han hecho antes, crea inseguridad y la inseguridad genera temor. Esto es primordial saberlo, para definir cuál es el problema del cambio.
El problema del cambio es iniciarlo.
Es la parte más difícil, la que requiere mayor esfuerzo, dado que el principal obstáculo para poder materializar algo son las dudas, y esto aplica para todos los ámbitos de nuestra vida. Acaso, ¿No es miedo o incertidumbre lo que nos ha evitado (empezar) hacer algo al respecto? El mundo está plagado de situaciones que requieren soluciones de todos los tamaños, y si estás convencido de que puedes contribuir positivamente con una solución o una idea, lo mejor siempre será intentarlo, al fin y al cabo “las ideas nacen para dejar de serlo”.
Sobre el impacto, alcance, y otras métricas que se usen para medir resultados, muchas veces erramos en gran medida lo que queremos hacer, puesto que de grandes artistas es sabido que: Si logras influenciar a una sola persona, si lograste sacudir su mundo, o cambiarle la vida habrás hecho bien tu trabajo. Una sola persona es suficiente para generar cambio. Con dos, es posible iniciar un movimiento.
Es mejor arrepentirse de haber hecho algo y fracasar, que vivir preguntándose qué hubiese ocurrido si lo hacíamos. No se queden con las ganas.
Enviado por Fabio Colpas para Lo Saqué Del Bolsillo
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